domingo, 22 de abril de 2012

Taller de Creación Literaria


Por MAICOL ESTID COTACIO ROCHA
Aprendiz de la Tecnología en Control de Calidad de Alimentos

Un día unos felices ratoncitos caminaban por el bosque en busca de comida porque ya hacia hambre y era tarde. Pero al  poco tiempo se fue haciendo de noche y decidieron irse para su casa. En el camino corrieron con la desgracia de encontrase con una terrible serpiente que los amenazó que si no hacia lo que ella quería se los iba a devorar a todos tres. Pepito que era el ratón menor  no hacia si no llorar del miedo que tenía y agarrarse de su hermano mayor. Manuel, el hermano mayor,  con miedo pero con un tono sereno le contestó que sí haría lo que ella dijera. Durante toda la noche la serpiente los puso a buscar comida para ella y no los dejaba descansar.  Los tres hermanos estaban agotados y  Juan el hermano  que le seguía al mayor tenía rabia porque la serpiente los mandaba mucho.  Juan le dijo a su hermano Manuel que porque no  escapaban cuando la serpiente estuviera distraída;  pero su hermano contestó que no por que los detectaría  a través de su calor y  los devoraría sin pensarlo. Le dijo que mejor esperaran que ellos no eran malos y que algo bueno les pasaría. Ese era su presentimiento. Al medio día del día siguiente la serpiente salió a tomar calor a orillas de rio porque el bosque era muy espeso y casi no entraban los rayos del sol. Se arrastró  hasta quedar encima de una enorme piedra donde calentaba un sol radiante. Tomó el sol hasta quedarse profundamente dormida pero corrió con la mala suerte de que se aproximaba una enorme tormenta y empezó a llover y a crecer el rio. La serpiente no se despertaba de su profundo sueño pero la tormenta era cada vez más fuerte y el rio crecía cada  hasta que el agua encerró la piedra y la serpiente quedó atrapada. Cuando se despertó el rio estaba demasiado crecido y la serpiente no tenía salida porque la piedra donde ella estaba ya había quedado lejos de la orilla. Si saltaba no alcanzaba a llegar a la orilla. Como caídos del cielo los tres ratoncitos aparecieron pero no se habían dado cuenta de que la serpiente estaba atrapada. Cuando  los vio  les pidió que les ayudaran a salir de ahí, que la perdonaran por haberlos puesto a trabajar para ella pero que por favor les  ayudaran a salir de ahí que ella no quería morir. Juan no le quería ayudar, deseaba que se la llevara el rio. Manuel pensó que si la salvaban la serpiente quedaría agradecida con ellos y los iba  a defender en todo momento.  Manuel le pidió a Juan que fuera al  bosque y buscara un bejuco que fuera lo suficientemente largo para alcanzar a lanzárselo a la serpiente. El ratoncito lo trajo.  Se lo arrojaron a la serpiente  pero la serpiente temía de que le fuerza del rio  la arrastrara. El rio crecía cada vez más y la serpiente con valentía nadó tomada del bejuco hasta que salió a la orilla. Los ratones terminaron agotados porque la serpiente pesaba mucho. Lograron salvarla y quedó agradecida con ellos. Se hicieron los mejores amigos y pepito ya no le tuvo miedo y todos siguieron sus caminos felices.

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